Kavafiana

María Mercedes Carranza


El deseo aparece de repente,
en cualquier parte, a propósito de nada.
En la cocina, caminando por la calle.
Basta una mirada, un ademán, un roce.
Pero dos cuerpos
tienen también su amanecer y su ocaso,
su rutina de amor y de sueños,
de gestos sabidos hasta el cansancio. 
Se dispersan las risas, se deforman.
Hay cenizas en las bocas
y el íntimo desdén.
Dos cuerpos tienen su vida
y su muerte el uno frente al otro. 
Basta el silencio.