Mi padre

Carlos Medellín

(Del libro Palabras rescatadas)


Mi padre es un gran hombre
que vaga en hondo cielo
con la sonrisa abierta
en el surco del ceño
unido por mi labio
al amado recuerdo
de las cosas sencillas
donde siempre lo encuentro. 

Qué palabra tranquila.
Qué discurrir sereno.
Sobre mi alma me llueve
y penetra mi suelo
con su blanca mirada
de callados anhelos
alimenta mi sangre
reverdece mi huerto. 

Padre mío, mi sitio, 
padre mío, mi tiempo,
señor de la tristeza
y de la luz maestro
te llamo con tu nombre
te llamo y te retengo
en musical madera
pulsada por tu dedo. 

Eres el transeúnte,
eres el compañero
que su amor reconquista
en mis hijos pequeños.
En la noche de siempre
canta sobre los leños
del hogar florecido
tu sono silencio. 

Cuántos son tus amigos
que aprendieron a serlo
al verte partidario
de sus jóvenes sueños:
por tu voz me preguntan
y yo a todos contesto
que en sus libros la busquen
porque habitas en ellos. 

He dejado de verte
con los ojos despiertos
pero agitan mi pulso
tus relojes sedientos,
y tus mismas palabras
con seguro reflejo 
me devuelven el canto
perdido entre tu eco. 

Ahora te conozco
mejor, y te poseo
navegante en las luces
de la tarde, suspenso, 
permanente en mi propia
soledad, como dueño
que recorre sus eras 
en feliz pastoreo. 

Padre mío, te digo,
padre mío, padre nuestro:
a la hora del alba
recóbrate en mi cuerpo
con tus huesos fundidos
en la flor de mis huesos.
Yo en el aire te cito
y en el trigo te espero.