Parábola del incierto

Juan Manuel Roca

Del libro La farmacia del ángel, 1995


Soñaba con vivir en el XVII, en medio de pájaros e insectos. Si le hubieran dado
a elegir, podría haber sido una especie de Homero de los insectos, cantando
su Odisea en un país de élitros gigantes.

Al tábano, dedicaría su capítulo que explica cómo su aguijón sobre un caballo
sólo pretende despertar el alma del animal, el alma que sólo se encuentra en
el galope.

Y las hormigas. Algo diría de las hormigas, aunque haya más población
hormigueril que palabras para expresarlas.

Soñaba con ser un Homero de los insectos: narraría el rapto de una abeja, el
secreto que dejan en el oído los grillos, la joyería andante de los escarabajos,
y sus grandes conciertos y sus grandes mítines.

Soñaba con todo esto hasta que lo picó el bicho molesto del amor y ya no
pudo más que cambiar de sueños como quien cambia de centinelas: sólo quiso
entonces despertar los animales secretos de su cuerpo.

a Juan Gelman y Jorge Boccanera,
en el Museo de Insectos de San José de Costa Rica